La campera de tus miedos, tus dudas. Sueños y deseos de ceniceros y lujuria.
Yace tendida, con su encanto...y tus primitivos fantasmas.
Olvidada, oxidada, decorada con las más exquisitas reprimendas
que un mortal puede velar.
Tiene en su bolsillo un tabaco casero, artesanal echo de papiros sin cura,
bañados en letanías insípidas.
...Que ya no viven en ti, no.
El sabor de ese tabaco te calcina. No lo podes fumar más.
La fragancia de esa campera te quedo chica, ya la olvidas-te?, o tratas...
¿Preferís bostezar en la niebla y confundirte en su espesor?.
No! Despójate! Desfallece! ¡Ya!
La grandeza es tan solo un capricho.
Igual que la verdad. La razón.
¡¿ Debería de ser de otra forma la vida?!
Al revés, morir para nacer...
Parirnos con vejez corrugada, martirio y mundologia.
Para después ahuyentarnos de este globo como la más espontanea nodriza...
Como los sueños, que nacen siendo grandes
y terminan fornicando con la pérfida cotidianidad.
No! ¡Busca tu campera!.
¡Abre ese ropero!.
¡Fuma ese tabaco!.
Enférmate.
Abrázame.
Lucas Piedrabuena.
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