-Mira, Gustavo, en el fondo vos y yo estamos de acuerdo. Habría que acabar con esta encerrona de capitales, con la tierra en tan pocas manos, con la falta de personalidad y de originalidad en nuestra política internacional, con la corrupción administrativa, con el negociado de las jubilaciones, con el pequeño y el gran contrabando, con la muñeca, con los caudillos del club, con las torturas policiales, con los autos baratos para diputados. Claro que habría que acabar con todo eso, pero lo que ustedes no comprenden es cómo se han gastado los resortes de la sensibilidad.
-¿En qué sentido?
-La gente le da cada vez menos importancia a detalles que tienen que ver con la moral política. La gente sabe que en las altas esferas hay grandes y productivos negociados. Considera que no esta en su mano evitar semejante estafa. Entonces el hombre de la calle, cuya única participación política es el voto, se resigna y se las ingenia para hacer él también su pequeño negocio, su módica estafa. Convéncete de que la crisis más grave en este país es la crisis del ejemplo.
-Decí mejor que empezó por ahí Pero ahora la cosa no se arregla con dar buenos ejemplos. Hay un orden económico que es preciso cambiar.
-Si, Gustavo, estamos de acuerdo. Pero, encandilados por esa transformación del orden económico, ustedes se meten la moral en el bolsillo, y en eso están completamente equivocados.
-Lo que pasa es que la crisis es económica y no moral. En todo caso, la crisis moral esta inscrita en una determinada estructura económica.
-Mira, ustedes que tienen a Marx pegado con alfileres y se llenan la boca con el concepto de la plusvalía relativa, podrían recordar de vez en cuando que Marx habla de la economía política, de las ciencias de la riqueza, como de una verdadera ciencia moral, la mas moral de todas las ciencias. ¿No se les ocurre que, aunque el marxismo denuncie la enajenación del individuo bajo el régimen capitalista, en realidad también esta proponiendo un cambio de signo de esa ciencia moral? ¿Qué harían, vos y todos tus revolucionarios sin corbata, con la posibilidad de un cambio de estructura recién cambiada a un malon de tipos inmorales, ambiciosos, maniobreros, fallutos? Me parece macanudo que cambien la estructura, pero traten de que simultáneamente se transforme el signo moral de este pueblo, porque de lo contrario el cambio se desmoronará, y la evolución o revolución o lo que sea, habrá sido inútil ¿No se te ha ocurrido pensar que en este país existe una gran apatía política un colectivo encogimiento de hombros, debido tal vez a que las ahora viejas conquistas sociales le fueron dadas a un pueblo que todavía no las había reclamado? Por eso, después de haber estado a la vanguardia continental, ahora todos nos pasan, todos tienen en América más conciencia social que nosotros, todos viven más exactamente al dia con los cambios del mundo, y cuando llegue el momento de esa Gran Transformación con que ustedes sueñan, veras cómo esta Argentina tan pulcra, tan democrática tan equilibrada, tan ejemplo de América tan famosamente libre, y, sin embargo, tan irremediablemente atascada sera el ultimo en comprender la lección de la historia, el ultimo en abandonar su esplendoroso ritual de hipocresía.
- Todos ustedes son así: aparentemente ven claro, pero en el fondo son destructivos Sólo sirven para inventariar los defectos, las carencias.
-No, Gustavo, la diferencia sólo es de ritmo, Yo creo que la única transformación eficaz vendrá por la educación política, y ésta requiere su tiempo [...] sólo existen dos vías para adquirir conciencia política una es el hambre y el despojo, la otra es la educación Nosotros no hemos sufrido hambre ni despojo, por lo menos no lo hemos sufrido como otros pueblos, y por otro lado no hemos sido convenientemente educados. De ahí que nos importe tan poco la verdadera transformación política y, en cambio, nos importe tanto el fenómeno político bastardo, adulterado. Cuando te digo esto, pienso en la chata ambición burocrática, en la red de clubes, en el gran Nirvana de los jubilados, en la corrupción al menudeo. Ustedes hacen sus planes sobre la base de un pueblo al que previamente idealizan, pero ese mismo pueblo no ha dado aún el vistobueno a la idealización que ustedes han decretado. Y conste que Ustedes son macanudos y tienen las mejores intenciones, lo reconozco, pero meten la pata cuando sólo tienen en cuenta esquemas económicos, por añadidura ajenos, y se olvidan de la realidad básica; el pueblo también es macanudo, hay en él una excelente materia prima, pero antes de que esta materia prima sea utilizable es imprescindible educarlo. Aquí todos saben leer y escribir pero no saben pensar políticamente .. [...] ¡¿será tan importante inculcárselo? ¿No habrá otros medios de hacer justicia social, claro que acabando con la plaga del latifundio? ¿No habrá otras variantes que se adapten mejor a nuestro temperamento, y por qué no, a nuestras inhibiciones? Mientras ustedes copien al carbónico las lecciones de Bolivia, de Cuba, de Ghana, mientras ustedes miren a nuestro peón de estancia decretando previamente sus equivalencias con un guajiro cubano o un minero de Oruro, la cosa no va a marchar. Me dirás que mañana o pasado puede ocurrir algo en Brasil o cualquier país de América algo que sea tremendo y arrollador, y que ese algo nos incluya de golpe en una ola más o menos revolucionaria. Puede ser, pero la madurez no se adquiere por decreto. Si estallamos, no por nuestra convicción sino pura y exclusivamente porque estallan nuestros vecinos y el fuego se propaga, lo más probable es que las llamas recibidas no nos sirvan de nada, como no sea para destruirnos. Mientras no fabriquemos nuestra propia mecha, nuestra propia pólvora mientras no adquiramos una conciencia visceral de la necesidad de nuestra propia explosión de nuestro propio fuego, nada será hondo, verdadero, legitimo, todo será una simple cáscara, como ahora es cascarita, solo cascarita, nuestra tan voceada democracia. Y si nuestros primates, incluido tu abuelo, pueden decir impunemente que tienen las manos limpias, ello sólo se debe a que nuestro concepto de la higiene política deja mucho que desear. Y ahora bájate porque aquí no puedo estacionar el auto.
Gracias por el fuego, Mario Benedetti (1965) fragmento.
"y si soñamos, fue con realidades"
Garufa.
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