sin poder hacer crujir algún verso
Afuera los truenos dan estilo un tanto
inescrutable a este atardecer.
El cielo manchado de gris.
Un color sepia se adueña de estos ojos.
Ahogándolos, en un sabor nostálgico
Me parece tan fácil camuflarse en el cielo,
que ya no se si me pertenezco...
Mientras tanto, lo rustico del vivir
arruinan los sueños prematuros y la lluvia
la lluvia cae... porque es ese su destino
El vidrio que me arropa es coronado por gotas tibias
puedo oler la tierra mojada y ponerme a su altura
volverme agua en gota con belleza eléctrica
y naufragar a los confines más oscuros
sin ningún aterrizaje certero.
Puedo deslizarme, porque eso es lo que quiero.
Puedo invitar a las demás gotas
a que caigan conmigo a conocer la oscuridad.
Pero no, no es sano.
Y no asumo los cargos de esta condena que es
lo más agrio de lo más sensible de lo menos cierto.
Porque como el destino del agua es caer,
(como muchos). También lo es fluir, tibia, trasparente
(como nadie)...
Entonces caemos, nos dejamos caer, queremos caer
a lo más oscuro, lo mas bajo posible
y allí alimentarnos del veneno más barato
que nos ofrecen los dioses.
Pisando flores que se fritan en tu sien
te dejan de reconocer como sumiso
y tu esencia te abandona
se arrebatan de vos,
y estas listo para subir
tan lejos del cielo, como lo prefieras.
LMB.
Lucas Maximiliano Benitez.
"Siento que no puedo oler mejor que la tierra mojada por una suave y eterna llovizna"
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